viernes, 6 de octubre de 2017

Stanovnik: “La docencia está en crisis por falta de amor y humildad”

ENCUENTRO DE DOCENTES CATÓLICOS .

"El ejercicio de la docencia entra en crisis por falta de amor y de humildad", aseveró el arzobispo Andrés Stanovnik al dirigirse a un encuentro de educadores católicos.



“El que ama, educa” es el lema que se han propuesto para este Encuentro Diocesano de Docentes Católicos. "A partir de esa proposición, se supone que el que ama es alguien educado, porque nadie da lo que no tiene. El que “está educado”, o el que es educado, educa. O más taxativamente, solamente el que es educado, educa", señaló el arzobispo.
"Visto desde la perspectiva contraria, debemos decir que el mal-educado, des-educa, y en ese sentido no estaría capacitado para ejercer la docencia. Como el buen pastor y el mal pastor (cf. Jn 10,2-14), de los que habla Jesús: el bueno las conoce, se acerca a ellas, las trata bien y está atento a la más débil y reacia; en cambio, el malo cuando se acerca, las asalta, y cuando amenaza el peligro, huye", señaló Stanovnik y agregó: "Una persona educada, es como el buen pastor: ama. Es obvio que, al hablar de una persona es educada, no nos referimos a una mera formalidad externa, sino a aquella virtud que la capacita para la donación de sí a los otros, para que los otros tengan vida. Alguien educado, en el sentido genuino del término, sería aquel que es capaz de perder vida, para que otros la tengan. Cristianamente hablando, no hay otra manera de educar que esa".
"En conclusión, y dejándonos inspirar por nuestro lema, educar es un acto de amor", dijo y detalló: "Si al acto de educar lo quitáramos del horizonte comprensivo que nos da el amor, estaríamos hablando de otra cosa. Entonces, lo que cabe profundizar y esclarecer bien, es qué entendemos por amor, para poder sacar luego las consecuencias que el amor auténtico provoca en el acto de educar".
"La fe nos revela que la dinámica del amor como don sucede con el amor de Dios: es un don que recibimos, que no anula ni desplaza la experiencia del amor humano, sino que lo ilumina con una nueva luz. Entonces, amados por Dios estamos llamados a amar; educados por Dios, tenemos la misión de educar. Pero, lamentablemente y con frecuencia, no respondemos a ese amor y no nos dejamos educar, sino que preferimos seguir nuestros propios caminos", expresó y añadió: "A esto lo llamamos soberbia, cuyas principales secuelas son: la distancia, el aislamiento y la tristeza. Así es como el ejercicio de la docencia entra en crisis, entra en crisis por falta de amor y de humildad".
"Educar es una misión que tiene su origen en el don del amor", concluyó.
Fuente: DIARIO MOMARANDÚ

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